jueves, 20 de octubre de 2016

ELIZABETH BARRETT BROWNING










XV

No me acuses, te imploro, de tener
frente a ti tan sereno y triste el rostro;
que miramos en distinta dirección, y el mismo sol
no puede a los dos por igual iluminarnos los ojos.
Tú me miras a mí preocupado y sin dudas,
como se mira a una abeja encerrada en un frasco;
pues el dolor me guarda en el amor divino
y extender las alas para volar sería
un error imposible, si atinara
a intentarlo. ¡Pero yo te miro a ti –a ti—
y junto al amor, veo el final del amor,
detrás de la memoria oigo el olvido!
Como quien se sienta y contempla desde arriba,
más allá de los ríos el mar amargo.



Versión de Sandra Toro.


Imagen: Juan Llimona, La espera, 1882.




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