Amada, cada vez que yo
pienso en nosotros,
un océano de hielo aparece
ante mí:
sobre la blanca bóveda no
hay ya ninguna estrella,
la luna es una mancha
amarilla a lo lejos.
Sobre miles de témpanos que
las olas se llevan,
un pájaro planea, las alas
fatigadas,
mientras su compañera ha
seguido adelante,
unida a la bandada que se
pierde al poniente.
Hacia donde ella vuela mira
desesperado.
Ya no siente ni pena ni
alegría. ...Se muere,
soñando en un instante todo
el tiempo pasado.
Más lejos uno de otro cada
vez nos sentimos,
cada vez me hundo más en la
sombra y el hielo,
mientras desapareces en la
eterna mañana.
Versión de Rafael Alberti y
María Teresa León
Imagen: Claude Monet, Témpanos de hielo en el Sena en Bougival,
1868.