Llega
la mañana
Llega la mañana
en limusina
sin anunciarse: alto y
demacrado,
el presidente
del insomnio
en persona sale a la vereda
se pone los anteojos negros
y sube
la escalera de tu edificio
guiado por un pastor alemán.
Después de un par de golpes
sordos
a la puerta, abre lentamente
el libro de páginas en
blanco
y señala
con un dedo pálido y con
manicura
las cláusulas particulares
que prueban tu culpa.
Versión de Sandra Toro.
Imagen: Nikolai Yaroshenko,
El Prisionero, 1878.
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