La
vigilia
Cuando los ratones se
despiertan
y salen a hacer su trabajo
de buscar
la vida, las migas de la
vida,
yo me siento en silencio en
el cuarto de atrás
intentando calmar mi mente
de su parloteo,
rumores y sucesos, y
encontrar
vida, migas de vida, para
nutrirla
hasta que, replegado en la
quietud,
desde el santuario del
desorden
el dios animal habla Ay,
pobres ratones— No dejé
nada para ellos, ni pan,
ni grasa, ni un plato sin
lavar.
Vayan por las paredes a
otras cocinas;
acá hagamos silencio.
Voy a sentarme en vela
a esperar al Gato
que con lengua humana
profiere oráculos inhumanos
o con sus garras, abre
delicadamente
las cajas chinas, cada una
de las cuales
contiene el Mundo y su
sombra.
Versión de Sandra Toro.
Imagen: Hans von Kulmbach, Mädchen macht einen Kranz.
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