lunes, 2 de noviembre de 2015

DOROTHY HUNTER










El maizal por la tarde (II)

El maizal por la tarde toca el cielo.
Te tiendes en el suelo y alargas la mano;
esperas que las nubes rocen tus dedos, que se enreden
las nubes en las uñas, que penetren
las nubes en los huesos y corran por tu sangre.
Vuelo y reposo. Asciendes
y no dejas la tierra, nunca olvidas
el aroma del musgo, esos tonos
con que se pinta el barro mientras se pudre.
Hay días en que estamos seguros
de poder desvelar el enigma.
No ascendemos y el maizal nos engaña
o nos alienta o nos consuela.
Tal vez en un principio fuimos árboles.
He aquí mis ramas y mi copa diminuta,
el tronco sin raíces. No me alimento
de la tierra. No asciendo hasta rozar las nubes.
El maizal por la tarde nos devuelve
la olvidada nostalgia.


Traducción: Alejandra Burguillos Rasero.

Imagen: John Steuart Curry, Kansas Cornfield, 1933.


No hay comentarios:

Publicar un comentario