¡Ay, Floralba! Soñé que
te... ¿Dirélo?
Sí, pues que sueño fue: que
te gozaba.
¿Y quién, sino un amante que
soñaba,
juntara tanto infierno a
tanto cielo?
Mis llamas con tu nieve y
con tu yelo,
cual suele opuestas flechas
de su aljaba,
mezclaba Amor, y honesto las
mezclaba,
como mi adoración en su
desvelo.
Y dije: «Quiera Amor, quiera
mi suerte,
que nunca duerma yo, si
estoy despierto,
y que si duermo que jamás
despierte.»
Mas desperté del dulce
desconcierto;
y vi que estuve vivo con la
muerte,
y vi que con la vida estaba
muerto.
Imagen: Gustave Courbet,
Hombre herido, entre 1844 y 1854.
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