Devuélveme
el rosario de mi madre
Me pides sin cesar que te
devuelva
cuanto me regalaste estando
juntos
igual que si me hubieses
concedido
los tesoros del Alto y Bajo
Egipto.
¿Y qué he de devolverte?
Hazme una lista
pues nada que recuerde me
obsequiaste.
¿Acaso esa nereida de resina
comprada en una tienda de
los chinos
con el fin de “alegrar el
aire triste”,
según tú, textualmente, de
mi casa?
¿Acaso aquel pañuelo
palestino
que dijiste que estaba tan
de moda
y que nunca me puse por
vergüenza?
Ni que el rosario de tu
madre fuesen.
Muy pobres cosas son, cosas
pequeñas,
cosas sin importancia,
inanes cosas
como la mezquindad que te
define
pues no fuiste capaz de dar
siquiera
una pizca de amor, corazón
seco.
Pues bien, cógelas, ven por
tus cosas
o si no su destino, como tú,
ha de ser la basura.
Imagen: Giuseppe Cesari, La expulsión de Adán y Eva (detalle).
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