Endecha
en el bosque
Mece el viento a los pinos
y, en la tierra, ni un
hálito
de este aire de selva:
todo está en calma, como los
musgos que relucen
en el suelo, o dispersos en
la línea
de las raíces. Suelta
el pino ya sus frutos
sazonados,
que, como bajo el mar,
inmóviles se quedan.
Pero encima, muy alta,
en su carrera lánzase la
vida,
y la nube persigue a la
nube.
Y seguimos nosotros,
caemos como el fruto de
aquel árbol;
aun nosotros, nosotros:
de igual modo nos vamos.
Traducción de Mariá Manent.
Imagen: Ivan Shishkin,
Bosque de pinos en Livogo, 1895.
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