viernes, 2 de septiembre de 2016

JOHN KEATS










A quien en la ciudad estuvo largo tiempo
confinado, le es dulce contemplar la serena
y abierta faz del cielo, exhalar su plegaria
hacia ese claro azul que nos sonríe.
¿Quién más feliz,  entonces, si, con el alma alegre,
se hunde fatigado en la blanda yacija
de la hierba ondulante y lee una acabada,
una gentil historia de lánguidos amores?
Si, atardecido, vuelve al hogar, ya en su oído
la voz de Filomela, y acechando sus ojos
la fúlgida carrera de una pequeña nube,
lamenta el deslizarse del presuroso día,
desvanecido como la lágrima de un ángel
que cae por el éter claro, calladamente.


Traducción de Mariá Manent.

Imagen: Lawrence Alma Tadema, Ninety-four in the Shade, 1876.



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