El
autor a su cuerpo, poco antes de expirar
Este trono, este bulto a los
clamores
de tanta exequia y sepultada
vida,
pues la tuvo, gozándola,
perdida,
deslumbrado en fantásticos
honores;
este que siempre absorto en
resplandores
fue estatua aunque
terrestre, presumida;
ni a luz, ni a voz, ni a
rayo estremecida;
horror aun asombroso a los
horrores;
este ya incierta sombra y
alma cierta,
racional interior con fondo
vano,
viva esperanza y fe, caridad
muerta,
que fue indigno del nombre
de cristiano,
si vivo ha divertido, polvo
advierta,
ya que en vano vivió no
muera en vano.
Imagen: Henry Wallis, The Death of Chatterton,
1856.
No hay comentarios:
Publicar un comentario