XXVI
Sobre
la hipocondría
Yo también he sentido que me
muero.
Como un grave poeta del
Barroco
a veces he creído que
convoco
aves de pesadumbre y mal
agüero.
Un dolor de cabeza, un
pasajero
vértigo en el salón, cierto
sofoco
van abriendo camino poco a
poco
al sacrosanto cáncer que me
espero.
Las dosis de terror y
sulfamida
que siempre hemos estado
consumiendo
nos han hecho unos yonquis
de la vida.
Solemos ignorar que, aun
padeciendo,
morir de pronto no nos
intimida,
sino el miedo cerval a estar
viviendo.
Imagen: Antoine Wiertz, L'inhumation précipitée, 1854.
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