Amor
impreso en el alma que dura después de las cenizas
Si hija de mi amor mi muerte
fuese,
¡qué parto tan dichoso que
sería
el de mi amor contra la vida
mía!
¡Que gloria, que el morir de
amar naciese!
Llevara yo en el alma adonde
fuese
el fuego en que me abraso, y
guardaría
su llama fiel con la ceniza
fría
en el mismo sepulcro en que
durmiese.
De esa otra parte de la
muerte dura,
vivirán en mi sombra mis
cuidados,
y más allá del Lethe mi
memoria.
Triunfará del olvido tu
hermosura;
mi pura fe y ardiente, de
los hados;
y el no ser, por amar, será
mi gloria.
Imagen: Arnold Böcklin, La
Isla de los Muertos, 1880.
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