Una
rectoría en Oxfordshire
No hay un límite claro entre
la tierra
sagrada y la profana. El
césped cubre
por igual ambas tierras, y
las sendas
se entrecruzan;
doquiera el paso sigiloso
avanza,
el jardín y ese reino en que
los deudos,
amigos y vecinos duermen
juntos,
confunden su apariencia,
cual se mezcla
de varias aguas el rumor, o
como
se confunde la tarde con la
noche.
Suaves brisas envían
perfumados
saludos a las tumbas
silenciosas,
procedentes de arbustos y de
flores;
y mientras esos altos chopos
mecen
sus copas, a través de su
ramaje
brilla y se oculta un cielo
esplendoroso,
tan brillante tal vez cual
los atisbos
de eternidad que a la hora
de la muerte
se concede a los santos.
Traducción de Ramón
Sangenís.
Imagen: Benjamin Haughton, Woman in a Churchyard.
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