El
corazón del mundo
Reposa, corazón, que harto
lidiaste
y reposando espéralo al
reposo
postrero que no acaba; que
te baste
lo ya vencido en este
tormentoso
combatir, y curado del
desgaste
en el descanso púrgate del
poso
de aquella mala sangre que
cobraste
en las arenas del ardiente
coso.
Limpio has de ir a Dios, hoy
pobre esclavo
de la lucha, y pues ésta es
la que mancha
límpiate de la paz en el
profundo
recogimiento; gozarás al
cabo
el increado aire que te
ensancha
hasta fundirte al Corazón
del Mundo.
Imagen: Francisco de
Zurbarán, Alegoría de la Caridad (detalle), hacia 1655.
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