El
tiempo de mi tiempo
Como el ojo de Dios que
nunca duerme
así mi corazón también
vigila
el despiadado curso de las
horas
con ese jubiloso desconsuelo
que es la revelación de lo
viviente.
Y vigilo el fluir de la
existencia
prisionera en la celda de
tus brazos,
nadando por la sangre de tu
cuerpo.
Mas al tiempo no temo puesto
que eres
mi tiempo, los minutos, las
milésimas
de segundo que mueven mi
universo.
Cada vez que sonrío eres mi
tiempo,
eres también el tiempo de mi
llanto,
la letra capital de mis
palabras,
el tiempo que recorre mis
caminos,
el vértice espumoso de mis
ondas,
el templo donde el tiempo se
adormece,
el tiempo que será después
del tiempo.
Imagen: George Frederick Watts, After the Deluge (The
Forty-First Day), 1885–92.
No hay comentarios:
Publicar un comentario