¡Cómo se parecía al invierno
esa ausencia,
lejos de ti, placer de los
meses que huyen!
¡Qué escarchas me cercaron y
qué días de sombra
y qué estéril y viejo
diciembre en todas partes!
Mas, en verdad, tal tiempo
era tiempo de estío,
era el fecundo otoño
henchido de riquezas,
llevando el loco peso de las
horas lozanas
como entrañas de viuda cuando
el marido ha muerto.
Pero aquella abundancia solo
me parecía
esperanza de huérfanos y
retoño sin padre,
que el estío y sus glorias
solo contigo moran,
y lejos tú, los mismos
pájaros enmudecen:
o si cantan, es tan doliente
su alborozo
que el follaje está pálido,
ya temiendo al invierno.
Traducción de Mariá Manent.
Imagen: Léon Bonvin, Pájaros
en los arbustos, 1864.
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