El
maizal por la tarde (V)
Desde la altura,
el maizal por la tarde es un
misterio,
una quietud sombría en la que nada penetra.
Ni el aire ni la luz
arrancan
palabras de sus labios
impasibles.
Desde la altura vemos
un mar petrificado en cuyo
fondo
habitan animales de acero
que atraviesan su verde
consistencia,
la pétrea dureza de sus
aguas.
Desde la altura nos parece
fácil
la tarea de andar sobre las
ondas
a lo largo de millas
y millas sin descanso
–como pequeños cristos
absortos en su asombro-
hasta el confín del orbe,
allí donde el abismo abre
sus fauces
para que un Niágara
esmeralda se desplome
entre un atronador silencio
al oscuro vacío de ese ponto
donde nadan estrellas.
Traducción de Alejandra Burguillos
Rasero.
Imagen: Charles Courtney Curran, Sunlit Valey, 1920.
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