Canto
XII
El
infinito
Siempre cara me fue esta
yerma loma
y esta maleza, la que tanta
parte
del último horizonte ver
impide.
Sentado aquí, contemplo
interminables
espacios detrás de ella, y
sobrehumanos
silencios, y una calma profundísima
mi pensamiento finge; poco
falta
para que el corazón se
espante. Escucho
el viento susurrar entre
estas ramas,
y comparando voy aquel
silencio
infinito, esta voz; y pienso
entonces
en lo eterno, en las muertas
estaciones
y en la presente, rumorosa.
En esta
inmensidad se anega el
pensamiento,
y el naufragar en este mar
me es dulce.
Traducción de Diego Navarro.
Imagen: Frederic Edwin Church, Clouds over Olana, 1872.
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