Yo no puedo tenerte ni
dejarte,
ni sé por qué, al dejarte o
al tenerte,
se encuentra un no sé qué
para quererte
y muchos sí sé qué para
olvidarte.
Pues ni quieres dejarme ni
enmendarte,
yo templaré mi corazón de
suerte
que la mitad se incline a
aborrecerte
aunque la otra mitad se
incline a amarte.
Si ello es fuerza querernos,
haya modo,
que es morir el estar
siempre riñendo:
no se hable más en celo o en
sospecha,
y quien da la mitad, no
quiera el todo;
y cuando me la estás allá
haciendo,
sabe que estoy haciendo la
desecha.
Imagen: Gotthardt Kuehl, En
la cafetería, 1915.
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