En
mi jardín
Sobre el césped los árboles
me hablan
del divino poema del
silencio.
La noche me sorprende sin
sonrisas,
revolviendo en mi alma los
recuerdos.
¡Viento! ¡oye!
¡espera! ¡no te vayas!
¿De parte de quién es?
¿Quién dijo eso?
Besos que yo esperé, tú me
has dejado
en el ala dorada de mi pelo.
¡No te vayas! ¡alegra más
mis flores!
Y sé, tú, viento amigo
mensajero;
contéstale diciendo que me
viste,
con el libro de siempre
entre los dedos.
Al marcharte, enciende las
estrellas,
se han llevado la luz, y
apenas veo,
y sé, viento, enfermo de mi
alma;
y llévale esta «cita» en
raudo vuelo.
...Y el viento me acaricia
dulcemente,
y se marcha insensible a mi
deseo...
Imagen: Willard Leroy Metcalf, Summer Night.
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