Dafne
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.
Garcilaso de la Vega
Corre ahora la savia por tus
venas,
en hojas tus cabellos se trocaron,
tu piel se oscureció vuelta
corteza
y transformóse en planto mi
deseo.
¿Dónde ahora los labios que
me hablaban,
los ojos que miraban mi
ternura?
Insensible a mis ruegos no
despiertas
del letargo en que te hallas
sumergido.
¿Te has ido con sigilo de mi
lado
tal vez para escapar de mis
caricias?
Un templo elevaré junto a tu
tronco
y plantaré jardines con mis
manos,
regados por mi llanto como
un río,
por que todas las flores, la
albahaca,
el mirto y los laureles
embalsamen
el aire que respiras cada
día.
Cultivaré jilgueros en tus
brazos
que ensordezcan las quejas
de mi pecho
y aguardaré vestida de
congoja
el último plañir de la
campana.
Imagen: Cornelis de Vos, Apolo persiguiendo a Dafne, hacia 1636.
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