Un
arte
No es fácil dominar el arte
de perder;
hay tantas cosas que parecen
colmadas por el deseo
de ser perdidas que su
pérdida no es un desastre.
Pierde algo cada día. Acepta
la confusión
de las llaves extraviadas,
de la hora desperdiciada.
No es difícil dominar el
arte de perder.
Practica después perder más,
y más rápido:
lugares, y nombres, y las
tierras a las que pretendías
viajar. Ninguna de estas
pérdidas será devastadora.
He perdido el reloj de mi
madre. ¡Y mira!, la última
o la penúltima de las tres
casas que he amado se perdió.
No es difícil dominar el
arte de perder.
He perdido dos ciudades,
hermosas ciudades. Más aún,
vastos reinos que poseía, y
dos ríos, y un continente.
Los añoro, pero no fue un
desastre.
Incluso perdiéndote a ti (la
voz risueña, un gesto que
amo) no habría mentido. Es
evidente
que no es difícil dominar el
arte de perder
aunque eso parezca
(¡escríbelo!) un desastre.
Imagen: Jeremy Geddes, The call, 2013.
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