Lázaro
“No estoy muerta”, le dije
al corazón,
manzana pequeñita y
arrugada.
Debajo de aquel árbol de
amplia sombra,
de alas extendidas como un
ave
que agita su plumaje y alza
el vuelo,
me hallaba bajo tierra, en
una casa
tan húmeda y oscura cual
sepulcro.
No sentía dolor, tampoco
alivio,
pues nacer y morir no es
cosa mía.
Recogida en la sombra
perdurable,
escuchaba los pasos en el
techo
de Lázaro siguiendo a su
Maestro.
Gritando le pedí que me
ayudara,
que me diera la llave de la
puerta,
el poder de nacer tras de la
muerte.
“Camino hacia el futuro”,
dijo Lázaro;
“ahora no recuerdo lo
ocurrido”.
Y fue el mármol más blanco y
más pesado.
Imagen: René Magritte, Ceci n'est pas une pomme, 1964.
No hay comentarios:
Publicar un comentario