sábado, 19 de noviembre de 2016

ALBERTO RUBIO SERRANILLOS










Perdido

Ahora, en este punto del ocaso,
desciende el dedo frío de la niebla
borrando los perfiles de los árboles,
sus ramas reflejadas en el fondo
del terso territorio de tu cuerpo.
Escucho su rumor, las tiernas horas
que vibran en el filo de un pedúnculo
igual que una hoja frágil, que se muere.
Y todos esos árboles,
como criaturas
vestidas con la voz de la indolencia,
reclaman sin nostalgia aquella fruta:
esa almendra olorosa del poniente
que rueda sin cesar por la colina.



Imagen: Camille Pissarro, Puesta del sol y niebla, Éragny, 1891.

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