martes, 8 de marzo de 2016

WILLIAM WORDSWORTH










En el Puente de Westminster

La tierra nada tiene más hermoso
que mostrar, e insensible ser debiera
quien no prestara su atención a vista
tan enternecedora y mayestática.
Ostenta la ciudad –como un vestido-
la belleza del día en sus comienzos;
silenciosos, desnudos, barcos, torres,
cúpulas, templos y teatros yacen
abiertos en los campos a los cielos;
todos brillan y lucen en el aire
y nunca el sol bañó en su luz primera,
con tanta maravilla, valles, rocas
o colinas. No vi ni sentí nunca
tan absoluta calma; el río brilla
a su dulce albedrío. ¡Cielo santo!
¡Hasta parece que las casas duerman!
¡Y el corazón, tan fuerte, yace inmóvil!


Traducción de Ramón Sangenís.

Imagen: Giuseppe de Nittis, Westminster, 1878. 



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