Pensando que el camino iba
derecho,
vine a parar en tanta
desventura,
que imaginar no puedo, aun
con locura,
algo de que esté un rato
satisfecho.
El ancho campo me parece
estrecho;
la noche clara para mi es
oscura;
la dulce compañía, amarga y
dura,
y duro campo de batalla el
lecho.
Del sueño, si hay alguno,
aquella parte
sola que es ser imagen de la
muerte
se aviene con el alma
fatigada.
En fin, que como quiera,
estoy de arte,
que juzgo ya por hora menos
fuerte,
aunque en ella me vi la que
es espada.
Imagen: Jean Francois
Millet, Noche estrellada, hacia 1860.
No hay comentarios:
Publicar un comentario