viernes, 25 de marzo de 2016

MIGUEL DE UNAMUNO










El Cristo de Velázquez
XIV
Arroyo-fuente

Como un arroyo al sol tu cuerpo brilla,
vena de plata viva en la negrura
de las rocas que ciñen su encañada;
las aguas corren y el caudal es uno
sobre el alma del cauce duradero.
    Nos bañamos en Ti, Jordán de carne,
y en Ti de agua y de espíritu nacimos.
De tu haz en el cristal —ondas de plata—
de la paloma el blanco vuelo vemos:
sus alas se confunden con las ondas,
pareciendo volar en lo profundo
del lecho de tus aguas.  Tú bautizas
con Espíritu Santo, nos sumerges
en la mar increada, que es luz pura.
La visión del espíritu en tu pecho
se espeja, y a nosotros su paloma,
blanca lengua de fuego, como copo
vemos que nieva desde tu regazo.
    Eres, Jesús, cual una fuente viva
que canta en la espesura de la selva
cantares vírgenes de eterno amor.


Imagen: Diego Velázquez, Cristo crucificado, hacia 1632.


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