Salmo
16
Bien te veo correr, tiempo
ligero,
cual por ancho mar
despalmada nave,
a más volar, como saeta o
ave
que pasa sin dejar rastro o
sendero.
Yo, dormido en mis daños,
persevero,
tinto de manchas y de culpas
grave;
aunque es forzoso que me
limpie y lave
llanto y dolor, aguardo el
día postrero.
Este no sé cuando vendrá;
confío
que ha de tardar, y es ya
quizá llegado,
y antes era pasado que
creído.
Señor, tu soplo aliente mi
albedrío
y limpie el alma, el corazón
llagado,
cure, y a ablande el pecho
endurecido.
Imagen: Thomas Cole, The Voyage of Life, 1842.
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