La
vuelta del viajero
¡Cuán dulce, para el
viajero, al alba,
es la canción que se oye en
el espacio,
donde, brillando a plena
luz, cubierta
de rocío, la alondra tiende
el vuelo!
Y al mediodía, ¡cuán
reconfortantes
son las brisas que juegan en
el cielo
cuando se siente ya cansado
y débil
después de tantas horas de
camino!
Cuando del cielo límpido
desciende
un sol ardiente y fatigoso, el
agua
murmuriosa del río al
viajero
le canta una canción dulce y
sedante.
Cuando anochece y ya la luz
declina,
y todo alrededor está
calmado,
suena una dulce música a su
oído:
el son de las esquilas del
rebaño.
Pero de todos los sonidos
dulces
de la mañana o del
atardecer,
es el más delicioso el de la
voz
del Amor que a su vuelta le
recibe.
Traducción de Ramón
Sangenís.
Imagen: Arnold Böcklin,
Regreso a casa, 1887.
No hay comentarios:
Publicar un comentario