lunes, 14 de marzo de 2016

ROBERT SOUTHEY










La vuelta del viajero

¡Cuán dulce, para el viajero, al alba,
es la canción que se oye en el espacio,
donde, brillando a plena luz, cubierta
de rocío, la alondra tiende el vuelo!

Y al mediodía, ¡cuán reconfortantes
son las brisas que juegan en el cielo
cuando se siente ya cansado y débil
después de tantas horas de camino!

Cuando del cielo límpido desciende
un sol ardiente y fatigoso, el agua
murmuriosa del río al viajero
le canta una canción dulce y sedante.

Cuando anochece y ya la luz declina,
y todo alrededor está calmado,
suena una dulce música a su oído:
el son de las esquilas del rebaño.

Pero de todos los sonidos dulces
de la mañana o del atardecer,
es el más delicioso el de la voz
del Amor que a su vuelta le recibe.



Traducción de Ramón Sangenís.

Imagen: Arnold Böcklin, Regreso a casa, 1887.


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