martes, 22 de marzo de 2016

STUART LOUGHTY










Ítaca

Alguien cruza la calle.
El cielo es un telón ardiente
ante el que peregrinan voces
de actores que improvisan la existencia.
Al fondo un viejo barco
y el mar como un espejo
borroso en su dorada superficie.
Cómo se enciende la tarde.
Cómo se apaga el día.
Encender y apagar no son actos simultáneos
sino correlativos, una cosa tras otra,
un ordenado discurrir del tiempo.
El sol se fue y la luna llega para irse
cuando seque sus lágrimas el aire.
Los pájaros se fueron
como se van también los nombres
y los recuerdos, breves
destellos que también el aire apaga.
El que se fue ya no es el que regresa
porque no se renace cada día.
Deprisa, más deprisa, dice el tiempo.
Se deshace la carne y solo queda
el herrumbroso alambre del soporte.
Por eso cuando Ulises regresa no es Ulises,
solo es alguien que cruza por la calle,
una breve inquietud,
un infinito desaliento,
una raída sombra,
esa sombra fugaz apenas presentida
ahí fuera, detrás de los cristales
de la ventana.


Traducción de Valeriano Pastore.

Imagen: Claude Lorrain, Ulysse ramène Chryséis à son père, 1644.




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