La
reina de las nieves
Tuvo que haber estrellas y
la luna
tendría que brillar en esta
noche,
pero son tan profundas las
tinieblas
como el día anterior al
primer día.
Cae la nieve blanda,
silenciosa,
helando corazones de
muchachas
pelirrojas que aguardan la
anunciada
llegada jubilosa del
Paráclito.
Y ella fría, callada, sin
que el aire
mueva un solo cabello de su
frente
allí donde pretende que se
apaguen
las brasas que aún quedan
del incendio
que un día calcinase nuestra
casa.
Cae la nieve blanda,
silenciosa
y no puedo llorar aunque
quisiera.
Contemplo de los hielos sus
raíces,
las cumbres ateridas por la
nieve,
un reloj congelado que no
late,
un corazón sin sangre y sin
herida.
Y ella allí sin saber que no
me escondo,
que no puedo moverme…
Traducción de Simeón
Solórzano de la Cruz.
Imagen: Jaroslav Spillar, El
arquero en invierno, 1899.
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