Al tramontar del sol, la
ninfa mía,
de flores despojando el
verde llano,
cuantas trocaba la hermosa
mano,
tantas el blanco pie crecer
hacía.
Ondeábale el viento que
corría
el oro fino con error
galano,
cual verde hoja del álamo
lozano
se mueve al rojo despuntar
del día;
mas luego que ciñó sus
sienes bellas
de los varios despojos de su
falda
(término puesto al oro y a
la nieve),
juraré que lució más su
guirnalda
con ser de flores, la otra
ser de estrellas,
que la que ilustra el cielo
en luces nueve.
Imagen: Frederick Carl Frieseke, Lady in a Garden, 1912.
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