Cuando
te nombran
Cuando te nombran,
me roban un poquito de tu
nombre;
parece mentira,
que media docena de letras
digan tanto.
Mi locura seria deshacer las
murallas con tu nombre,
iría pintando todas las
paredes,
no quedaría un pozo
sin que yo asomara
para decir tu nombre,
ni montaña de piedra
donde yo no gritara
enseñándole al eco
tus seis letras distintas.
Mi locura sería,
enseñar a las aves a
cantarlo,
enseñar a los peces a
beberlo,
enseñar a los hombres que no
hay nada,
como volverme loco y repetir
tu nombre.
Mi locura sería olvidarme de
todo,
de las 22 letras restantes,
de los números,
de los libros leídos, de los
versos creados.
Saludar con tu nombre.
Pedir pan con tu nombre.
- siempre dice lo mismo-
dirían a mi paso, y yo,
tan orgullosa, tan feliz,
tan campante.
Y me iré al otro mundo con
tu nombre en la boca,
a todas las preguntas
responderé tu nombre
- los jueces y los santos no
van a entender nada-
Dios me condenaría a decirlo
sin parar para siempre.
Imagen: Homer Winslow, The Dinner
Horn, hacia 1870.
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