El
árbol
Ahora que mis brazos abro al
sueño
en este lecho ardiente con la fiebre
llevándome a su antojo de la
mano,
contemplo la corriente de la
sangre
que afanosa alambica la
clepsidra
quebradiza del tiempo
riguroso.
Ahora me transporta a las
alturas,
al reino de las ansias
imposibles,
me lleva por caminos
ignorados,
me deja abandonada entre la
nieve,
me troca en nube, en piedra,
en golondrina
y encierra mi dolor en sus
mazmorras.
Ahora me recuesto bajo el
árbol
siempre verde, leal y
silencioso,
que me acoge paciente y
efusivo
como hiciera en los días de
mi infancia…
Y ahora ruego al árbol
recobrado:
“No me apartes jamás de tu
memoria”.
Imagen: Laurits Andersen Ring, Kunstnerens
hustru og børn i interiør, 1899.
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