Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si
no fuesen
ridículas.
También escribí en mi tiempo
cartas de amor,
como las demás,
ridículas.
Las cartas de amor, si hay
amor,
tienen que ser
ridículas.
Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca
escribieron cartas de amor
sí que son
ridículas.
Quién me diera el tiempo en
que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.
La verdad es que hoy mis
recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.
(Todas las palabras
esdrújulas,
como los sentimientos
esdrújulos,
son naturalmente
ridículas).
Imagen: John Frederick Peto, Mr Abraham Wiltsies Rack Picture, 1879.
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