Obligaciones
diarias
Acuérdate del pan,
no olvides aquella cera
oscura
que hay que tender en las
maderas,
ni la canela guarneciente,
ni otras especias
necesarias.
Corre, corrige, vela,
verifica cada rito
doméstico.
Atenida a la sal, a la miel,
a la harina, al vino inútil,
pisa sin más la inclinación
ociosa,
la ardiente grita de tu
cuerpo.
Pasa, por esta misma aguja
enhebradora,
tarde tras tarde,
entre una tela y otra,
el agridulce sueño,
las porciones de cielo
destrozado.
Y que siempre entre manos un
ovillo
interminablemente se devane
como en las vueltas de otro
laberinto.
Pero no pienses,
no procures,
teje.
De poco vale hacer memoria,
buscar favor entre los
mitos.
Ariadna eres sin rescate
y sin constelación que te
corone.
Imagen: Dick Ket, Stilleven met Druiventros, 1934.
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