Jardín
No es la fuente cuando corre
con cielos de musgo y plata,
ni es la brisa entre las
hojas,
ni las aves cuando cantan.
No es la luz quebrada en
oros
por el encaje de ramas
sobre la siesta profunda
del arrayán y la malva.
No es el temblor de los
aires
al roce puro del ala,
cuando surcan por los cielos
mensajes de plumas blancas.
Es algo que está en la
frente
o que por los labios pasa
otorgándonos la dulce
presencia de la esperanza.
Son oros desvanecidos
sobre yedras de murallas,
con un tibio olor difuso
de soledades y savias.
...Es el jardín hecho tacto
sobre los pulsos del alma
cuando la luz de la tarde
brilla, ya muerta, en el
agua.
Imagen: Santiago Rusiñol, El jardín de las elegías. Son Moragues,
hacia 1903.
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