Cubierto estaba el Sol de un
negro velo,
luchaba el viento con el mar
hinchado
y él en huecos peñascos
quebrantado
con blanca espuma salpicaba
el cielo.
El ronco trueno amenazaba el
suelo,
tocaba el rayo al monte
levantado
y pardas nubes de granizo
helado
el campo cobijaban con su
hielo.
Mas luego que su clara luz
mostraron
los bellos ojos que contento
adoro
y a quien el alba envidia
los colores,
calmó el mar, calló el
viento y se ausentaron
los truenos, pintó el Sol
las nubes de oro,
vistióse el campo de
olorosas flores.
Imagen: Martin Johnson Heade, Thunderstorm on Narragansett Bay, 1868.
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