martes, 14 de julio de 2015

SALVATORE RACCIATTI










Despertar

Cuando uno se despierta
y abre los ojos ve la oscuridad,
el alba a punto de romperse.
Lo sé porque los pájaros comienzan
a moverse, a agitar sus alas,
y de su boca salen letras
una tras otra hasta formar un río
que se lleva las sombras de la noche
hasta los pies del mundo
donde se enredan torpes con sus zapatos:
apenas puede caminar, se tambalea,
tintinean las tazas y los vasos,
la lámpara se mueve,
enmudecen las voces en la radio
y la gente despierta preguntándose qué ha sido eso,
y busca en el reloj la explicación del enigma.
Todavía es temprano
y regresa al lugar de donde vino,
al sueño donde todo era negro y donde
había un resplandor y por él se asomaba
el rostro sudoroso de un niño que corría.
El río continúa llevándose las sombras
y se cuela la luz por las rendijas.
Cierro los ojos mas no puedo
recuperar mi sueño ni tampoco
el sueño del vecino o de aquel que sabe
que va a morir muy pronto o el de la madre
que susurra reproches o el del caminante
que deja su camino por unas horas…
Y todavía menos el tuyo
que te has ido dejando la cama fría, un rastro
de hielo que se pierde por las calles
de esta aurora sombría que presagia
un día triste y sin sentido.


Traducción de Alberto Russo.

Imagen: Howard Pyle, Marooned, 1909.



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