lunes, 6 de julio de 2015

AURELIO DALMAZZO










Utopías

No sé cuántas semanas me separan de ti
ni sé tampoco cuándo la primavera vuelve.
Y llamo primavera al tiempo en que pueda recobrarte.
Y digo primavera, aunque parezca un tópico
de esos que los poetas mayores desdeñan,
porque quiero creer que ese tiempo futuro,
imposible tal vez, tal vez posible,
sea el tiempo perfecto en el que podamos amarnos.
Escribo primavera como un término abstracto,
aunque el deseo quiera convertirlo en concreto.
No tiene por qué haber flores que aromen las dulces tardes
ni pájaros que canten coronando nuestros besos
ni arroyos que murmuren dulces canciones de amor;
solamente los dos juntos aunque sea en una sórdida
alcoba de un hotel de un sórdido suburbio.
Aunque me gustaría más el prado siempre verde
que con cierto desdén antes describiera.
Hay también un palacio y una cama de oro,
un mullido colchón donde te hundes
como si fuese el blando mar
y donde te rescato cual héroe
de antaño y te conduzco a la ribera
donde te abrazo y donde te consuelo, donde
te duermes en mis brazos en tanto sonríes.
Y también puede ser de noche y, furtivos,
lejos de las miradas de aquellos que dicen
que nuestro amor es un pecado, buscamos
la dulce soledad del huerto
en el que el ruiseñor nos cubre con su canto.
¿Has pensado en viajar, polizones de amor,
en esa nave que mañana parte para Júpiter?
Allí la soledad sería perfecta y duradera.
No debes olvidar la isla ignorada
en la que, robinsones de amor, nada seremos,
apenas nada en la memoria del mundo.


Traducción de Alberto Russo.

Imagen: Portada del cómic Mistery in Space, Edit. DC, Junio, 1951.

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