Utopías
No sé cuántas semanas me
separan de ti
ni sé tampoco cuándo la
primavera vuelve.
Y llamo primavera al tiempo
en que pueda recobrarte.
Y digo primavera, aunque
parezca un tópico
de esos que los poetas
mayores desdeñan,
porque quiero creer que ese
tiempo futuro,
imposible tal vez, tal vez
posible,
sea el tiempo perfecto en el
que podamos amarnos.
Escribo primavera como un
término abstracto,
aunque el deseo quiera
convertirlo en concreto.
No tiene por qué haber
flores que aromen las dulces tardes
ni pájaros que canten
coronando nuestros besos
ni arroyos que murmuren
dulces canciones de amor;
solamente los dos juntos
aunque sea en una sórdida
alcoba de un hotel de un
sórdido suburbio.
Aunque me gustaría más el
prado siempre verde
que con cierto desdén antes
describiera.
Hay también un palacio y una
cama de oro,
un mullido colchón donde te
hundes
como si fuese el blando mar
y donde te rescato cual
héroe
de antaño y te conduzco a la
ribera
donde te abrazo y donde te
consuelo, donde
te duermes en mis brazos en
tanto sonríes.
Y también puede ser de noche
y, furtivos,
lejos de las miradas de
aquellos que dicen
que nuestro amor es un
pecado, buscamos
la dulce soledad del huerto
en el que el ruiseñor nos
cubre con su canto.
¿Has pensado en viajar,
polizones de amor,
en esa nave que mañana parte
para Júpiter?
Allí la soledad sería
perfecta y duradera.
No debes olvidar la isla
ignorada
en la que, robinsones de
amor, nada seremos,
apenas nada en la memoria
del mundo.
Traducción de Alberto Russo.
Imagen: Portada del cómic
Mistery in Space, Edit. DC, Junio, 1951.
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