miércoles, 31 de mayo de 2017

IDA VITALE










La palabra infinito

La palabra infinito es infinita,
la palabra misterio es misteriosa.
Ambas son infinitas, misteriosas.
Sílaba a sílaba intentas convocarlas
sin que una luz anuncie su dominio,
una sombra señale a qué distancia de ellas
está la opacidad en que te mueves.
Van a algún punto del resplandor y anidan,
cuando las dejas libres en el aire,
esperando que un ala inexplicable
te lleve hasta su vuelo.

¿Es más que su sabor el gusto de la vida?



Imagen: Caspar David Friedrich, Monje frente al mar, 1808–10.



domingo, 28 de mayo de 2017

MERCEDES SANDOVAL REVERTE










Viento

Los troncos abatidos por pesadas palabras
se esconden a mi paso rehuyendo mi mirada.
Vientos desconocidos envolverán sus ramas.



Imagen: Jean-François Millet, La ráfaga de viento, 1871-73.




miércoles, 24 de mayo de 2017

DAVID LÓPEZ SANDOVAL










Castilla

Son muchas las versiones, pero todas
recurren siempre al Caos del principio
y a algún tipo que corta por lo sano.
Ahí tenemos, por ejemplo, a Eurínome
que en aquel desgobierno va y se pone
a bailar, y de pronto nos separa
el cielo de la tierra. Y qué me dices
de nuestro Dios, que sobre el mar incuba
nada menos que el orden de este mundo.
Y, si no, aquel Demiurgo que cercena
la idea de las cosa y, ya de paso,
se inventa el pensamiento occidental.
Pero si un día llegas a Berlanga
y observas de qué modo el horizonte
de esa bendita mies luminiscente
confunde cielo y tierra en unos límites
que nunca concibieron el océano,
sabrás que aquí fue todo muy distinto.



Imagen: Benjamín Palencia,  La perdiz, 1927.




domingo, 21 de mayo de 2017

viernes, 19 de mayo de 2017

NICOLÁS SUESCÚN










Infancia

El mar inmenso, azul,
profunda tumba de piratas y tesoros,
estaba allá muy lejos,
detrás de las montañas.
Era una ausencia.
Los ríos, también, eran grandes ausentes.
Sus aguas, bajo la tierra,
corrían espesas y oscuras,
arrastrando desperdicios.
Y la belleza también se escondía.
Rara vez salía a la calle.
A veces se asomaba con el sol en el patio
o en los ojos del gato.
Y los viajes tenían que ser imaginarios,
pobres ensueños tibios en los fríos rincones
donde empezaban los caminos.
Así que todo viaje era un proyecto,
todo secreto,
un viaje secreto, inconfesable.
Y los potreros donde jugaba fútbol
se iban llenando de casas.
Había que caminar mucho
para llegar donde no hubiera extraños.
El camino de la escuela a la casa:
ese simulacro de la Odisea.





Imagen: Homer Winslow, Boys in a Pasture, 1874.