miércoles, 24 de mayo de 2017

DAVID LÓPEZ SANDOVAL










Castilla

Son muchas las versiones, pero todas
recurren siempre al Caos del principio
y a algún tipo que corta por lo sano.
Ahí tenemos, por ejemplo, a Eurínome
que en aquel desgobierno va y se pone
a bailar, y de pronto nos separa
el cielo de la tierra. Y qué me dices
de nuestro Dios, que sobre el mar incuba
nada menos que el orden de este mundo.
Y, si no, aquel Demiurgo que cercena
la idea de las cosa y, ya de paso,
se inventa el pensamiento occidental.
Pero si un día llegas a Berlanga
y observas de qué modo el horizonte
de esa bendita mies luminiscente
confunde cielo y tierra en unos límites
que nunca concibieron el océano,
sabrás que aquí fue todo muy distinto.



Imagen: Benjamín Palencia,  La perdiz, 1927.




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