El
cuento de la conversa
Mientras Cristo agoniza en
su monte
me asomo a la ventana de la
cocina:
tres cruces sobre el cerro y
un limpio
cielo como el cristal de un
vaso nuevo:
dice alguien en la radio que
tendremos
un día seco y caluroso.
Friego platos, tiendo la
ropa de los niños,
batallo contra el polvo que
se adhiere
al viejo aparador que
perteneció a mi abuela
(en algún lado tiene un
cajón secreto,
así me lo contaba, que
guarda un tesoro).
Tendré que trabajar rápida o
no llegaré a tiempo
de sentarme en el porche
para escuchar sus últimas
palabras:
¡Eli,
Eli, lemma sabactani!
Y luego temblará la tierra,
la vieja porcelana se caerá
de los estantes
y los cristales vibrarán
hasta partirse.
El cielo se oscurece y la
tormenta y su diluvio
se desata feroz sobre la
tierra
convirtiendo en ridículas
las palabras
del hombre de la radio.
Traducción de Elisabeth
Romero O’Connor.
Imagen: Caspar David Friedrich, Morgen im Riesengebirge, entre 1810 y
1811.
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