martes, 24 de marzo de 2015

ROSAMUND GROSSMANN











El cuento de la conversa

Mientras Cristo agoniza en su monte
me asomo a la ventana de la cocina:
tres cruces sobre el cerro y un limpio
cielo como el cristal de un vaso nuevo:
dice alguien en la radio que tendremos
un día seco y caluroso.
Friego platos, tiendo la ropa de los niños,
batallo contra el polvo que se adhiere
al viejo aparador que perteneció a mi abuela
(en algún lado tiene un cajón secreto,
así me lo contaba, que guarda un tesoro).
Tendré que trabajar rápida o no llegaré a tiempo
de sentarme en el porche
para escuchar sus últimas palabras:
¡Eli, Eli, lemma sabactani!

Y luego temblará la tierra,
la vieja porcelana se caerá de los estantes
y los cristales vibrarán hasta partirse.

El cielo se oscurece y la tormenta y su diluvio
se desata feroz sobre la tierra
convirtiendo en ridículas las palabras
del hombre de la radio.


Traducción de Elisabeth Romero O’Connor.

Imagen: Caspar David Friedrich, Morgen im Riesengebirge, entre 1810 y 1811.


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