domingo, 22 de marzo de 2015

MERCEDES SANDOVAL REVERTE












Última carta de Henriette Vogel a Heinrich von Kleist 


                                     Mi Heinrich, mi dulce música, mi jardín de jacintos…
                                     Henriette Vogel




¿Cuál es nuestra medida del amor?
¿Existen las fronteras en el cielo?
¿Puede acaso pesarse la locura?
¿Se puede hacer tangible lo inefable?
Cada día me asomo a tu mirada
porque creo que puedo conseguirlo,
porque eres mi maestro, mi poeta,
la alma espada que porta el caballero.
Eres mi sufrimiento, mi alegría,
mi resurrección tras de la muerte,
agua para mi hidrópica zozobra,
el frío y el calor de mi desmayo,
mi vital alimento, mi reposo,
consuelo de mis ojos, mi nostalgia.
Eres mi soledad nunca entendida,
mi pecado mortal, mi penitencia,
la fe que me rescata del abismo,
el rocío del alba, el arcoiris,
luz que ahuyenta las sombras de mi verbo.
Eres el claro día, eres la noche
que oculta los delitos del amante.
Eres mi certidumbre, eres mi duda,
eres el corazón del Paraíso,
la llave de la puerta de la Gloria.




Imagen: Haynes King, The Letter, 1872.





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