Tarde
de estío
Heme aquí con un libro en la
mano
en busca de un lugar
tranquilo donde leerlo.
Me aparto de la casa y
escojo
la trasera pared del
granero.
El suelo me sirve de asiento
y de respaldo
la vieja madera descarnada.
Abro el libro y en él hallo
unas colinas
que caminan tranquilas hacia
el horizonte,
los restos calcinados de un
maizal,
cardos secos, saltamontes,
hormigas,
nubes deshilachadas en el
cielo…
Las cuatro y cuarto de la
tarde,
justo la hora que marca mi reloj.
Mas mi tiempo es el tiempo
del libro,
un libro en el que no hay
renglones ni letras,
solo una vasta página donde
la tarde vibra.
De vez en vez la brisa
arranca
una pequeña queja de los
cardos
cuando estremece su corona.
Traducción de Casimiro Ropero.
Imagen: Grant Wood, New Road, 1939.