Cementerio
de Baena
…tan tristes,
tan solos, los muertos!
Gustavo Adolfo Bécquer
Qué ordenado jardín entre
los muros
encalados, radiantes,
erigidos
para ocultar la pérdida del
fuego,
de esa llama que alienta la
existencia.
Aquí dentro los cauces se
marchitan
mostrando su esqueleto de
guijarros
y allí el sol estimula la
corriente
de los ríos indómitos de
savia.
Ella se aloja aquí y se encuentra sola,
prisionera en la cárcel más
oscura,
y añora las palabras y
caricias
que evoca vagamente de otro
tiempo.
“¿Dónde mi corazón”,
pregunta muda,
“manantial del torrente de
la vida?
Un corazón preciso que me
libre
del tenebroso peso de la
tierra”.
Un corazón que horade las
paredes,
que pueda abrir ventanas en
su cárcel
por que entren los azules de
la aurora
y el aire que tremole su
cabello.
Imagen: John Blair, Landscape with
Cemetery, 1897.
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