martes, 21 de febrero de 2017

ISMENE MATAS










Un día de asueto

Le di un día de asueto a mi amargura,
la vestí con ropa nueva, a la moda,
le puse unos billetes en el bolso
y le dije: “Anda, vete de paseo,
toma el aire, disfruta de la tarde;
un prolongado encierro es insalubre”.
Le indiqué que ponían en el cine
una tragedia cruel sobre la vida
que le haría morirse a carcajadas.
“Ya sabes que reír mantiene joven”,
le dije a amablemente ya en la puerta.
Miró a su alrededor igual que el ave
antes de alzar el vuelo y de perderse
en la inaudible música del cielo.
La vi que se alejaba por la calle
en tanto se doraba a fuego lento
un otoño sin nubes y sin llanto.
¿Deseo realmente su partida?
¿Puede ser este el fin de nuestra historia?
Qué triste condición la del amante
que sabe que el amor un día se acaba
pues no podrá pedir que le consigan
el céfiro de abril para vestirse,
la cinta con que atamos el silencio,
las palabras que brotan de la fuente,
la naranja madura de la aurora,
que el canto del jilguero no se acabe,
que las nubes se sienten a su mesa,
que siempre haya una luz entre la noche…

Solo por un momento te he olvidado
y han temblado los muros de la casa.




Imagen: Frida Kahlo, Autorretrato con collar de espinas y colibrí, 1940.



No hay comentarios:

Publicar un comentario