Ahora
me convierto en mí
Ahora me convierto en mí.
Está
llevando tiempo, muchos años
y lugares.
Me disolvieron y agitaron,
usé la cara de otra gente,
corrí como loca, como si el
Tiempo estuviera ahí,
tremendamente viejo,
gritando su advertencia,
"Apúrate, o te vas a
morir antes de-"
(¿Qué? ¿Antes de alcanzar la
mañana?
¿Antes de que esté claro el
final del poema?
¿O de amar a resguardo entre
los muros de la ciudad?)
Ahora a quedarme quieta,
estar ahí,
¡sentir mi propio peso y
densidad!
La sombra negra en el papel
es mi mano; la sombra de una
palabra
mientras el pensamiento da
forma a quien la forma
cae pesadamente sobre la
página, se deja oír.
Ahora todo se funde, ocupa
su lugar
del deseo a la acción, de la
palabra al silencio.
Mi trabajo, mi amor, mi
cara, mi tiempo
reunidos en el gesto intenso
de crecer como una planta.
Despacio como fruta que
madura
fértil, se separa y siempre
se agota
y cae, pero no agota a la
raíz,
Así es el poema, puede dar,
crece en mí para volverse el
canto,
hecho para y por el amor.
Ahora hay tiempo y Tiempo es
joven.
Oh, en esta sola hora vivo
toda yo y no me muevo.
¡Yo, la perseguida, que
corría como loca,
me quedo quieta, quieta y
detengo al sol!
Versión de Sandra Toro.
Imagen: Peter Ilsted, Mujer leyendo, hacia 1907.
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