Lluvia
Se me antoja que hacía mucho
que no la oía…
Ahora la estoy escuchando.
El sudor de la noche se
desliza por los cristales.
Llueve entre el vacío que
dejan las ramas.
Quisiera hallar una
semblanza.
Y en los ruidos y en los murmullos,
en violines, flautas y
guitarras
acecho el eco incierto y
turbador.
La noche se ha desvanecido
en otras noches
y una tras otra, en su
urdimbre,
van cerniendo la lluvia y la
arena menuda
como si fueran cedazos.
Agotado el pensamiento en su
llama de lluvia tardía,
empalidece y se consume como
una vela.
La ventana está enlutada por
una haya
de la cual pende entera la
noche, como una bandera.
No es el chirrido de las
espadas que se afilan;
tampoco el del sable que
encuentra la coraza.
No es el latir del corazón.
No es
la torre
ni su reloj sonoro,
tejedor inmutable del
tiempo.
Parece que es el alma
de todos los ejércitos
vencidos.
Versión de Darie Novacèanu.
Imagen: Sergey Tutunov, Ocaso, 1972.
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